Arribada de sal

Recrear la llegada de Martín Alonso Pinzón y sus hombres a bordo de la Pinta tras cruzar el Atlántico. En eso consiste A Arribada, una de las grandes citas medievales del país. Baiona desborda de diversión, espectáculo y participación en un evento que conmemora lo que ocurrió el primer día de marzo de 1493. El regreso de aquellas —para los europeos de entonces— desconocidas tierras americanas.

La fiesta parece hecha a medida para esta chulísima población de traza medieval y arquitectura con sabor centenario, que mira de reojo al océano, pero se protege de él con una singular península fortificada en la que se asienta uno de los hoteles más guapos del litoral ibérico.

A Arribada es un inmejorable momento para conocer la ciudad con ocasión de este hito histórico, gracias al que Baiona es citada y conocida en todo el mundo como primer lugar de Europa que conoció la existencia de nuevas tierras tras el por entonces ignoto océano.

Es ahí donde Dolmen, el espectáculo de calle con el que acudimos a la fiesta, cobra todo su sentido. Un viaje a las herencias más profundas, que de alguna forma seguramente se prolongaron durante toda la Edad Media. Una etapa que se acaba, simbólicamente, con el encuentro entre esos dos mundos: la vieja Europa y la estimulante América. Desde entonces todo fue completamente distinto. Nacía la Edad Moderna.

Nos integramos en el bullicio con ese look primitivo de druidas, centauros, águilas, hadas y princesas, para trasladarnos a un cosmos de negras leyendas, mitos insondables y escenas cotidianas marcadas por el misterio, la brutalidad y las escasísimas luces. 

Hoy, que necesitamos la fiesta como el respirar, ante la imposibilidad de explicarnos tantas cosas oscuras que siguen ocurriendo, nos enganchamos a este juego de magia, sensibilidad, danza, fuego y equilibrios para soñar que otro mundo es todavía posible.